A pesar de cuajar una faena heroica, cortar las dos orejas al cuarto sobreponiéndose a una severa voltereta por la que quedó conmocionado en el ruedo en una imagen sobrecogedora, Morante se cortó la coleta, visiblemente emocionado y entre lágrimas. Él mismo se quitó el añadido, despojándose de la castañeta ante el asombro de todos. En el callejón siguió llorando, muy emocionado después de haber puesto fin a una carrera de un genio inigualable.
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